24 abr 2009

LA PLAZA DE SANTA MARÍA DE BAEZA…



Ubetenses en la vecina, querida y hermana ciudad de Baeza, vestigio evocador del pasado histórico y místico de esta antigua ciudad, relicario de arte y grandeza en los hechos españoles de los siglos XVI y XVII.

Se asienta la actual Catedral Baezana sobre un antiguo templo pagano que fue después mezquita –la cual ocupaba lo que hoy es patio, claustro y parte del trascoro-, Alfonso VII la abrió en 1147 al culto cristiano bajo la advocación de San Isidoro y el rey Fernando III el Santo en 1227, la pone bajo la advocación de San Isidoro y la Natividad de la Virgen.

Quedan en ella restos musulmanes, mudéjares y góticos… La Catedral se levantó sobre una antigua mezquita que Alfonso VIII consagró al culto cristiano bajo la advocación de San Isidoro. En 1227 Fernando III le añade el título de Natividad de Nuestra Señora. En 1529 se iniciaron las obras de una nueva iglesia de tres naves de pilares góticos y bóvedas de crucería. En 1567 esta nueva fábrica se desplomó, tan sólo se salvaron los primeros tramos de la cabecera. Andrés de Vandelvira se encargó de hacer las nuevas trazas para la restauración. Tras la muerte del maestro en 1575, se encargó de la dirección Francisco del Castillo. A éste le sucedieron en las tareas de proyección y dirección, Villalpando y Alonso Barba.

La fachada principal, en la plaza de Santa María, tiene una portada manierista, en la que destaca el relieve de la Natividad de la Virgen. En un trozo del muro se conserva encajado el arco apuntado de la antigua puerta gótica.

En la primera foto de la plaza de Santa María,
efectuada en 1952 por Federico Adám; comprobamos que la torre y plaza de la catedral son diferentes como la conocemos actualmente, debido a la reforma urbanística de la zona realizada allá por la década de los años cincuenta.

La torre, tanto su primer cuerpo de forma cúbica, enmarcado por cuatro fustes de granito empotrados en sus aristas, como los tres arcos de herraduras cegados, ocultos en la zona que da a las cubiertas de la nave, delatan su origen musulmán, como alminar de mezquita, construido alrededor del siglo XI.

Tras la conquista de Baeza por Fernando III, se la añade la torre dos gárgolas y cornisa. Y a finales del siglo XIV se levantó un nuevo cuerpo sobre el anterior. En el extremo noroeste se levanta la torre de planta cuadrada con fustes de granito empotrados en sus aristas, obra árabe en su origen. Sobre la base árabe de esta torre se edificó otra en 1395, según lo pregona una lápida con caracteres góticos adosada a ella, formando un retablillo heráldico con las armas de Castilla y León, de Baeza y del Obispo baezano don Rodrigo Fernández de Narváez, siendo obrero Diego López, junto con Fernán López cantero y Juan Sánchez platero.

Algunos años después de iniciarse en 1529 la construcción de la nueva Catedral; con tres naves, pilares góticos y bóvedas de crucería se reedifica la torre (1545) añadiéndose el segundo cuerpo de forma octogonal, con ángulos achatados. En las esquinas del primer cuerpo descasan cuatro jarrones: es netamente renacentista, de tiempos del obispado de Pedro Pacheco (1545-1554).

Este cuerpo fue parcialmente destrozado por efectos de un rayo el día 11 de julio de 1832, y por no haber sido reparado, se hunde definitivamente el 20 de febrero de 1862, hasta otros treinta años después no se tomó la decisión de derribar la torre para restaurarla con una solución antiestética, como muestra la foto. Un campanario rematado por un tejado a cuatro aguas. Fue en 1959 cuando se reconstruyó la torre dignamente con arreglo al proyecto del arquitecto don Francisco Prieto Moreno, como hoy la admiramos.

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