7 abr 2009

La Representación de la Asunción de María en la Reja de la Capilla del Deán Ortega.


Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia , de acuerdo a la Tradición y teología de la Iglesia Católica, de que el cuerpo y alma de la Virgen María fueron llevados al cielo después de terminar sus días en la tierra.
Este traslado es llamado Assumptio Beatæ Mariæ Virginis (Asunción de la Bienaventurada Virgen María) por los católicos romanos, cuya doctrina fue definida como dogma (verdad de la que no puede dudarse) por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. La Iglesia Católica ha celebrado esta fiesta en honor de la Virgen María, en Oriente desde el siglo VI y en Roma desde el siglo VII, celebrándose el 15 de agosto.

Sobre la muerte de María no hay datos certeros bíblicos o históricos ni del lugar (algunos señalan Éfeso o Jerusalén) ni del modo.

Las Narraciones apócrifos sobre la Asunción de María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. Siendo el más difundido y posiblemente uno de los más antiguos en el oriente bizantino el "Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo)". Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Andrés de Creta el Santo, Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, Germán de Constantinopla,... Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia Católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas.


La primera noticia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se encomiaba la fiesta de "El Recuerdo de María" que rememoraba la entrada al paraíso de la Virgen María y donde se hacía referencia a su Asunción. Esta fiesta en el siglo VI fue llamada la Dormitio, donde se celebraba la muerte, resurrección y asunción de María. El emperador bizantino Mauricio estableció que la fiesta se celebrara el 15 de agosto en todo el imperio; conviene aclarar que sólo fijó una fecha, no “inventó” la fiesta, ya que ésta se celebraba desde antes.

Otra demostración que evidencia la celebración la da San Gregorio de Tours quien en su obra “De Gloria Martityrum” señala que ésta fiesta la celebraban en Jerusalén al final del siglo VI.


El Dogma. En 1849 llegaron las primeras peticiones al Vaticano de parte de los obispos para que la Asunción se declarara como doctrina de fe, estas peticiones aumentaron conforme pasaron los años y años después cuando el Papa Pío XII consultó al obispado en 1946 por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime. Así el 1 de noviembre de 1950 se publicó la bula Munificentissimus Deus en la cual el Papa, basado en la Tradición de la Iglesia Católica, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y por el consenso de los obispos del mundo como "Magisterio Viviente", declaraba como dogma de fe católica la doctrina de la Asunción de la Virgen María:
Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Con frecuencia, la piedad popular y el arte mariano han representado a la Virgen, en este misterio, llevada por los ángeles y aureolada de nubes. Santo Tomás ve en estas intervenciones angélicas hacia quienes han dejado la tierra y se encaminan ya al Cielo, la manifestación de reverencia que los Ángeles y todas las criaturas tributan a los cuerpos gloriosos. En el arte cristiano occidental, la Asunción de la Virgen es un tema tardío, que costó convertir en dogma, porque parecía más un tema piadoso que doctrinal. Fue con ocasión del Año Santo en 1950 cuando el Papa Pío XII definió el dogma de la Asunción de María.

En el siglo VIII, la Iglesia no lo consideraba un dogma, y en Oriente, se veneraba la Dormición de la Virgen, de la que tenemos grandes obras también en Occidente hasta la época del Barroco en el siglo XVII.

La Virgen tiene una actitud pasiva en la Asunción, no sube por sus propios medios sino que es subida, ascendida por las alas de los ángeles hacia el Paraíso. En algunas representaciones antiguas se reflejaba de dos maneras, la Asunción del alma y la Asunción del cuerpo.

Artísticamente, hubo bastantes confusiones en los temas a representar, porque la Asunción de la Virgen es la subida de la Virgen hacia los cielos, en cambio, la Inmaculada es su “descender” a la tierra. En diferentes representaciones, se la representa con rasgos comunes, la luna bajo sus pies, la frente coronada de doce estrellas como la mujer del Apocalipsis... Por eso, Asunción e Inmaculada, tienden a confundirse en el arte.

En ocasiones, la Asunción se transforma en Ascensión, porque la Virgen no será elevada a los cielos por manos de los ángeles sino que en muchas escenas es la Virgen la que sube a los cielos, rodeada, como si fuera un cortejo, un acompañamiento solemne, de los ángeles.

El ejemplo más contundente de esta transformación iconográfica será la obra de Tiziano, un gran retablo de altar, pintado en 1518 para un convento veneciano. Parece que en el siglo XVII, se vuelve a la representación tradicional, por la que la Virgen es elevada a los cielos por los ángeles que la rodean y acompañan.

En esta iconografía de la Virgen elevada por ángeles encontramos bordados, relieves, miniaturas, tímpanos de portadas y varias obras de pintores célebres como Masolino, Fra Filippo Lippi, Mantenga.

En la representación de la Virgen ascendiendo sola, las representaciones son más abundantes: Perugino, Tiziano, Correggio, Durero, Guido Reni, Annibale Carracci, Rubens, Rembtrandt, Poussin, Murillo, Piazzetta, para citar los más relevantes.

Para citar otra bello ejemplo, lo localizamos en la coronación de la monumental reja de la capilla del Deán Ortega en San Nicolás de Úbeda.


La Iglesia de San Nicolás de Bari es una iglesia y monumento de la ciudad de Úbeda (Jaén), considerada uno de los mejores ejemplos del gótico andaluz. En su interior destaca la capilla del Deán Ortega con portada plateresca y una reja de forja y policromada, obra de Juan Álvarez de Molina , hecha en Toledo. Su portada consiste en un gran arco de triunfo, enmarcado por columnas con anillos de calaveras que simbolizan la muerte y cabezas de querubines que recuerdan la esperanza de la resurrección .

Es muy posible que, nada más tomado posesión Fernando Ortega del deanato de Málaga, en torno 1527, ideara la creación de esta capilla, que adoptaría el título de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, en homenaje a sus padres y como enterramiento -ya en sí lo era- de él mismo y sus antepasados. Esta voluntad inicial, su primitivo deseo de honra filial, es fundamental para comprender el verdadero significado de la fundación y todo el programa ideológico que ésta conlleva. Por ello sería oportuno no olvidar la personalidad y carácter de los padres de nuestro patrono, Bartolomé Ortega Cabrio y San Millán y doña Elena Salido de Ortega hija natural legitimada de don Juan de Ortega Salido, Armero Mayor de Carlos I.

En 1537 Paulo III proporciona al fundador de una bula para poder nombrar patrono abasteciéndola de capellanes y ordenanzas, unidad que cumple en 1550. La portada , por su verticalidad, ofrece una doble lectura ascendente y descendente. La traza de la gran portada funeraria refleja ya un completo conocimiento del lenguaje clasicista, cuya estructura de arco triunfal manifiesta diseños plenamente renacentistas . Tampoco debemos perder de vista la presencia activa de Aquilis, a quien -documentalmente comprobado- se había encomendado la ejecución de su retablo, simultaneando por aquellos años su actividad en Granada y Úbeda.
La reja que -en palabras de Domínguez Cubero- "muy bien podría servir de prototipo jiennense", consta de dos cuerpos de balaustres, separados por soportes capitales apeados sobre plintos.

Estos plintos, o basamentos, ofrecen unos relieves cincelados con las figuras de un joven recostado sobre un león y un niño que estrangula unas serpientes. Son, nuevamente, representaciones de Hércules que es en suma, una clara referencia al pecado vencido por la obra redentora de Cristo, que nos alude al motivo central de la reja: la Virgen María, vestida de azul y rojo coronada por Dios, en pie sobre querubines y rodeada de angelotes bailando y elogiando la asunción. Más bien nos recuerda a una pintura de La Asunción de la Virgen de Tiziano, que se encuentra en la Basílica de Santa María Gloriosa dei Frari, de Venecia, Italia.

La calle central, donde se abre la puerta, presenta sobrepuerta con heráldica sostenidas por elegantes y manieristas tenantes desnudos y grifos, los ya familiares y míticos monstruos, híbridos de águila y león, consagrados en la tradición griega a Apolo Sauróctono para la guarda de los tesoros. En los copetes laterales dos broqueles con las imágenes de San Bartolomé y San Francisco son sostenidos por atlantes.

Según nos dice Arsenio Moreno Mendoza “…San Bartolomé, con los atributos de su martirio, es un homenaje al padre del fundador, su santo patrón. San Francisco, a su vez, debía de gozar de la devoción familiar de los Ortega pues, en el convento de San Francisco de Asís en Úbeda, donde en 1561 se había hallado una imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, "la cual por inmemorial de gentes estaba aquí escondida" Cristóbal de Ortega había fundado patronato y capilla en tiempos del Emperador…”

En agosto de 1592, fue efectuado el dorado y la policromía de la reja por Antonio de Aquilis, hijo de Julio.

Notas:

En palabras del Papa Juan Pablo II:
Con la Asunción de María a los cielos se han realizado definitivamente en Ella los efectos de la única mediación de Cristo, Redentor del mundo y Señor resucitado: “todos revivirán en Cristo .Pero cada cual en su rango” (I Corintios.15,22-23)

La Asunción es don y gracia de Dios, María es la primera entre todos que ha gozado de los méritos de Cristo, es señal de esperanza para los creyentes en Cristo que en ella ven la certeza del paraíso. La glorificación de la cual María ya goza es la que espera a los fieles al final de los tiempos, estar en cuerpo y alma en el cielo.


Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Asunción_de_MarÃa"
Categoría: Mariología.

Juan Álvarez de Molina es un famoso escultor, orfebre y rejero español del siglo XVI. Natural de Úbeda (Jaén). Conocido por realizar las extraordinarias rejas de la capilla mayor y el coro de la Catedral de Toledo en 1547.
La rejería (arte de construir rejas o verjas) alcanza durante el renacimiento su mejor expresión y su arte más noble. Álvarez de Molina, junto a Francisco de Villalpando, encuentra en la Catedral de Toledo las mejores expresiones de este arte.
En su ciudad natal realiza numerosas obras, como la reja de la capilla del Deán Ortega en la Iglesia de San Nicolás, que fue concluida en torno a 1537. Con diseño de Andrés de Vandelvira, realiza asimismo la reja del Hospital de Santiago, que acaba en 1576.


La construcción de esta admirable capilla de estilo renacentista fue terminada, según reza una cartela, en el año 1537. Este dato hizo sospechar a Ruiz Prieto que el inicio de la construcción debió adelantarse entre siete y diez años.

Y, posiblemente, no le faltara razón y a nosotros motivo para dudar, a un tiempo, sobre la atribución de su maestría que tradicionalmente se ha venido asignando a Andrés de Vandelvira, toda vez que por esas fechas el maestro tendría una edad oscilante entre los veintidós y veinticinco años, manteniendo aún su residencia en la ciudad de Alcaraz.

Bien merecería la pena recordar que en 1527 Ortega ha dispuesto de los servicios del maestro jiennense Diego López, quien ha acompañado al deán a Málaga para hacerse cargo de la maestría de su catedral y que, por tanto, debía gozar de la absoluta confianza del eclesiástico.

Sin duda alguna, un mejor conocimiento de la trayectoria profesional de este maestro, quien hasta 1540 trabajará al frente de las obras catedralicias, nos reportaría mayor luz sobre la hipótesis de su intervención en esta obra privada de su patrono. Entre tanto, será prudente aguardar otras noticias.

La misma ha sido objeto de numerosos estudios, en especial por Camón Aznar, Chueca Goitia y Arsenio Moreno.

La portada es un extraordinario arco de triunfo, con rica decoración plateresca, vinculada a lo toledano, atribuida a Andrés de Vandelvira, según Chueca Goitia.

Nos cuenta Juan Barranco: En contra de lo que se creía, este ostentoso blasón no corresponde a nuestro Deán sino a don Andrés de Ortega Cabrío y Magaña, su sobrino y heredero y a la esposa de este doña Felipa de Carvajal y Valenzuela.

Úbeda Renacentista. Arsenio Moreno Mendoza, 1993

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